miércoles, 1 de octubre de 2014

I.3 Miedo escénico

Podríamos tener miedo a la oscuridad; a ciertos animales, a las alturas o incluso a los impuestos; pero pocas cosas hacen temblar más al ser humano que el miedo escénico.  Científicamente conocido como glosofobia (terror a hablar en público) ni las arañas de Spielberg pueden competir en capacidad a la hora de paralizarnos de angustia, nublar nuestros pensamientos y enfriar nuestras manos con un sudor gélido (ya sé, quizás estoy exagerando).
Lo que no es una exageración es la cantidad de personas que sufrimos de esta “característica”: Según Cheryl Hamilton, Profesora en comunicación del Tarrant County College, en su libro “Communicating for results”, el 95% de la población sufre de ansiedad en mayor o menor grado cuando tiene que dirigirse a un grupo de personas.  Aún más extraño es el hecho que muchas de estas personas pueden bailar o cantar ante una audiencia, siempre y cuando no le dirijan palabras directamente al público.


Práctica, práctica, práctica.

Éste es el secreto a voces que todo el mundo sabe pero que a todos les da fastidio poner en práctica, sobre todo porque les recuerda que van a tener que exponer. ¡Qué tontería! La realidad es que mientras más practiquemos (ante un espejo, con familiares, amigos o filmándonos), mejor nos irá.
No crean que los motivadores profesionales y los políticos, por más experiencia dando discursos que tengan, no hacen esto también.  Así que, si ellos lo hacen, mucho más razón para que nosotros lo apliquemos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario